domingo, 19 de julio de 2009

WENTRU

(Karla Guaquin – Chiloé)

I.

Te vas
y vuelves
después
de cada luna menguante
donde esos clandestinos
se perdieron
tras correr a robarle
un beso al amanecer

II.

En la rutina
del territorio de los sueños
irrumpe
un melodioso trompe
que solitario baila y canta
entre los harapos
del anciano amor.

III.

Los buenos vientos del sur
trajeron en sus miradas
fuegos de espinillos
quemando
las palabras y las flores
“la ciudad despertó…
…y los sueños se fueron al cajón
y colorín colorado
este cuento se ha acabao…”
(Reincidentes)
En: Colectivo We Newen. Voz de mujer, poesía de mujeres mapuches para todos. 2008. Imagen: Bartolo y la luna llena
Fotografía: Erwin Quintupill. Saltapura

SIN TÍTULO


(Maribel Mora Curriao – Panguipulli)

Llovía oscuro y el mundo era un inmenso lago, la luna se ocultaba a nuestros ojos y los abuelos hablaban de antiguos designios. Nadie dudaba entonces de sus sueños, ni lo hacemos ahora olvidados en la casa del águila, perdidos de la huella con furia y saña abrieron en la cordillera Ignacio y Belarmino Chiguay, la misma ruta que perdió a sus hermanos y que Margarita abandonó con premura.

Ajena yo
remonté por el camino claro.

Mañana volveré me dije
y sembraré nuevos cantos
Y cerré los ojos para recordarlo
allí dejaba el sol
la nieve
los besos
y las placentas aún calientes
de los últimos partos
las oraciones que dije
y las que no dije
en las montañas
el silbido del viento
y las culebras
la ruta abierta en las quebradas.

La noche no es más
que una inmensa roca me digo
azul como la melancolía de la
luna nueva.

En: Instituto de Estudios Indígenas. Revista Pentukun 10-11. Universidad de la Frontera, 2000.
Imagen: Araucarias.
Fotografía: Erwin Quintupill. Alto Bío Bío

LENGUAS SECRETAS


(Adriana Pinda)

Lo dijo la machi, no lo repitas
Entraba en trance. Anda
a la montaña a esperar
que la lengua de la tierra
también se abra para ti.

Iremos al cerro sobre la luna llena
allá te cantaremos, la única manera
escuchar los espíritus al amanecer.

Si las balsas de la muerte no la llevaron
a la muchacha
será por algo. Que el dueño la tomó
no la suelta más. Tiene que seguir soñando.

Aparecen los espíritus, sólo algunos
pueden entrar a la laguna.

Que se cuide la guerrera de alumbrantes trenzas.
La toman de repente. No la vemos más.

En: Instituto de Estudios Indígenas. Revista Pentukun 10-11. Universidad de la Frontera, 2000.
Imagen: Elvira Paine

ESTOY


(Leonel Lienlaf – Alepue – Valdivia)

Estoy suspendido en el aire
como el canto de los pájaros
como el olor de las flores
que llena los espacios.
Voy como agua
por este río de vida
hacia el gran mar de lo que
no tiene nombre.

Yo soy la visión
de los antiguos espíritus
que durmieron en estas pampas.
Soy el sueño de mi abuelo
que se durmió pensando
que algún día regresaría
a esta tierra amada.

Él se fue de viaje
más allá
del horizonte de los sueños.

MÜLEN
(Versión en Mapuzugun de Leonel Lienlaf)

Mülen ülkantun güñüm-reke
anülen kürüfmew
gürkentun rayenkechi,
koreke amulen
tüfachi mongen leufümew
chumechi ñi trüfkün
ñi piuke amulen,
trefkün mongen femngey.

Pewmangen
kuifike pülli tüfamew umagtulu
ñi füchakecheyem ñi pewmangen
rakiduamünmu umagtulu
wüñoael kiñe antü
tüfachi aiñ mapumew
fey anüy doy ayple wanglen,
miawi kake rüpü püke,
fey kimi chew ñi miawün.

En: Lienlaf, Leonel; Se ha despertado el ave de mi corazón. Editorial Universitaria, 1989.
Imagen: Eduardo
Fotografía: Erwin Quintupill. Saltapura, enero 2008

SIN TÍTULO


(Patricia Leufuman – Traiguen)

El sol aún no se ubica bien
en el oriente
es finales de agosto
La luna no la he visto
(no se ve desde el hospital)
No sé en qué posición
o en qué estado estará
si estará en cinta todavía
o habrá dado ya a luz
la fertilidad de primavera
o estará de espalda sobre el mar.
La luna nueva
dando a luz lluvias para septiembre
o estará de espalda al Sur
llamando sequías
Si es así
hará falta un buen gijatun
en octubre cuando la Luna
en cinta todavía
un gijatun con agua y muday
y todos vestidos de negro
para que el cielo
se cubra de nubarrones
y llueva
La naturaleza maternal
es obediente
al llamado de sus hijos.

En: Instituto de Estudios Indígenas. Revista Pentukun Nº 3. Universidad de la Frontera, 1995.
Imagen: Luna
Fotografía: Erwin Quintupill. Saltapura, noviembre 2006

TRES POEMAS DE


(Cristian Antillanca – Huiro – Corral)
Versión en Mapuzugun de Víctor Cifuentes

En el campo el trigo maduro
en el trigal el zorro
y tu pelo tan lejano.

Tréw kachilla lelfün püle,
kachilla mu chi ngürü
tami longko kay türpú ngeláy.


La tarde se hizo noche
En la última micro no bajaste
ya no te espero
Mas aún miro
si iluminas la ventana de tu ausencia.

Nagántü ta zumiñnagi
üyechi rüftú kiñen pañillwe mu ngeláy tami
akún
üngümnewelayu
tami küzétual chi mi üwé azkintutripawe.


Bajo el coigüe
estás
están tus ojos
mirando el agua que te mira
con tus propios ojos.

Münche koywé ta
müleymi
mülí ta mi pu ngé
lelíwülnefilu ko wüño lelíwülnetew ya eymi
tami ngé mew.

En: Antillanca, Cristian. La tarde cae en las hojas de los árboles. Ediciones Nolmén, 2006.
Imagen: Loreto
Fotografía: Erwin Quintupill. Saltapura, febrero 2008

SEÑALES EN LA TIERRA DE ARRIBA

(Elicura Chihuaylaf – Quechurehue – Cunco)

Salió el viento del mar
Lloverá lloverá gritan los huesos
y los sembrados que parecen
enfermos
cargan de ensueños los botes
que como nubes navegan
en el agua del cielo
Salió el viento del mar
y se han volcado los botes
sobre el Llaima
Lloverá, sí, dice el aroma
cerrando sus puertas
Y veo la luz del cielo
que abre sus vertientes azules
y las espigas levantan
sus cabezas
silban, las oigo, ¡jubilosas!

En: Chihuaylaf, Elicura. De sueños y contrasueños. Editorial Universitaria y Editorial Cuarto Propio, 1995.

LA ESPERA


(Faumelisa Manquepillan – Puquiñe – Lanco)

Érase un niño,
que aún era incierto,
érase un pequeño
como huevo revuelto.
Era la vía láctea,
parecía cuento.

Dentro de su madre,
un milagro quieto,
entre espeso lago,
nadaba contento.

Su madre era luna,
o dorado lucero,
érase un pequeño,
como luz y viento.

¿Vendrás en primavera,
o vendrá en Invierno?
Llorará primero,
después reirá,
y junto a su madre
seguirá el sendero.

En: Manquepillan, Faumelisa. Sueño de mujer. CONADI, Osorno, 2000.
Imagen: Matías
Fotografía: Erwin Quintupill, Octubre 2006 (Saltapura)

SE TE ADVIRTIÓ QUE TENGAS CUIDADO



(Bernardo Colipan – Osorno)

Cuando emigraste Arnoldo de San Juan de la Costa
para hacer tu servicio militar en la ciudad:
en el potrero se echó la vaca de la angustia.
Se te dijo que la vida en la ciudad
era una gallina de espinazo pelado
de tanto ser pisada por el gallo del destino.
SE TE ADVIRTIÓ QUE TENGAS CUIDADO
pero ascendiste en las laderas de lo esencial
cambiaste a la Rosita Rupailaf por la Lulú Salomé
titubeaste en los barrancos de lo sustancioso
para dejar caer como terrón de tierra
luego
nada más
que juntar tus pedazos.
Nunca se olvidará el día que volviste al campo
DE TU ROSTRO PÁLIDO RESBALÓ UNA LÁGRIMA DE ALQUITRÁN.

En: Colipan, Bernardo y Velásquez, Jorge. Zonas de emergencia. Paginadura Ediciones, 1994.
Imagen: Máscara (Lino Raguileo)
Fotografía: Jorge Sir

LA TÓRTOLA

(Lorenzo Aillapan – Rukatraro – Puerto Saavedra)

Al igual que una hembra humana
que llora cuando está adentro de la ruka
y que también llora cuando está afuera
la tórtola llorona desde que existe la humanidad
este pájaro melancólico anda trinando su pena
así como cuando mueren seres queridos.

El nido de cuatro palitos de la tórtola
se ha derrumbado y por eso llora
por la continua tala del bosque nativo
por le viento y por la lluvia, al comienzo del otoño venidero
por eso es sincera la melancolía de la madre tórtola.

De lo alto de un cerro desde un árbol
por el camino culebreado hacia la comunidad
al ver pasar los intrusos, los ajenos codiciosos
y canta: se quebraron los huevos
muy triste llora la tórtola por la desgracia
por ser testigo del permanente castigo a la Madre Tierra.

En: Aillapan, Lorenzo. Úñümche. Hombre Pájaro. Pehuén Ediciones, 2003.

DOS (MISIÓN DE LA COSTA)



(Jaime Huenún – Valdivia)

El traía un cargamento de abarrote en la montura,
y una calfinita de aguardiente en el morral,
“Grítenme montes y valles
háblenme piedras del cerro”, cantaba
ya borracho,
con los ojos todavía encandilados
por las luces y los bares
de la calle República.
Las estrellas se caían a pedazos esa noche, paisanito,
meteoros que les dicen los del pueblo,
pero el mar las detenía entre sus rocas
y pudimos dormir sin sobresaltos.
Buenas noches, nos dijimos, buenas noches.
Un chonchón rozó la ruca. Fue de encanto.
Mi abuelita hizo una cruz en la ceniza,
y quemó un par de trintraros que me andaban
en la nuca y en la frente.
Desperté bajo unos notros florecidos,
con los labios amargados
por el vino y la intemperie.
Mi caballo descansaba junto a un álamo;
y soltó un relincho fuerte
corcoveando.
Ahí mismo lo corrí y le di alcance,
y lo monté y lo galopé hasta el rancherío.
Le gritamos ¡párate, Juan, arráncate!,
pero él venía del pueblo
y traía el cuerpo malo.
“Grítenme montes y valles,
háblenme piedras del campo”, cantaba
de costado en la cuneta.
Rematado dicen que fue,
aunque ya había muerto
mucho antes que dejara cantar
esa ranchera.

En: Huenún, Jaime. Ceremonias. Editorial de la Universidad de Santiago de Chile, 1999.
Fotografía: Vaso y botella (Erwin Quintupill)