viernes, 29 de marzo de 2013

PENSANDO EN JHONNY KARIKEO


(Pablo Ayenao – Temuco)
  


Toda esta noche voy a masticar balas, Jhonny Karikeo,
las acumularé en el estómago y las escupiré en tu nombre.
Mi vómito de acero romperá el silencio que dejó tu ausencia.

Porque tu tiempo se detuvo en la prisa de los que quedamos, Jhonny Karikeo,
observando el pavimento mientras hacemos acrobacias sobre la cuerda,
sobre la triste cuerda floja en que nos balanceamos.

Y quedamos muchos, Jhonny Karikeo,
sangrando tus heridas
esperando que la tormenta cambie de dirección
y se vuelque sobre los carceleros que quebraron tus días.

Es que tu nombre se adhiere a las venas, Jhonny Karikeo,
pero no nos cortamos las muñecas
sólo jugamos con los dedos
dibujando tu rostro en una botella de cerveza.

Somos los que orillamos el acantilado, Jhonny Karikeo,
gritando tu nombre
esperando que el eco retumbe sobre las montañas
para que en el aire permanezca la memoria de nuestros hermanos que se fueron
demasiado pronto.

Y porque honramos a nuestros muertos, Jhonny Karikeo,
bailamos en tu nombre
cantamos en tu nombre
nos emborrachamos en tu nombre
amamos en tu nombre
lloramos en tu nombre
por todo lo que no pudiste bailar
por todo lo que no pudiste cantar
por todo lo que no pudiste tomar
por todo lo que no pudiste amar
por todo lo que no pudiste llorar.

Te saquearon los huesos, Jhonny Karikeo,
te acallaron los sueños
te escamotearon el horizonte
te relegaron a la oscuridad
te amordazaron hasta el infinito.

Todos los días pienso en tu cuerpo, Jhonny Karikeo,
tu cuerpo golpeado, encarcelado, acallado, violentado, herido, mancillado.

"Fue una casualidad, no tenemos nada que ver en el asunto",
dicen ellos,
los que en Europa se compraron la corbata del progresismo
y cuando llegaron al poder se convirtieron en carceleros de baja estofa.
Esa corbata apretó tu cuello y se convirtió en una horca para tantos.

Y debo decir que poco me importa si te fuiste a la tierra del este,
si te encontraste con nuestros antepasados en el azul infinito, después de cruzar el rio,
si tu espíritu está rondando libre en el Wenu Mapu.
Eso no me quita la rabia.
Eso no me consuela.

Porque no hay alivio posible
cuando un muchacho de veintidós años muere en una Posta Pública
luego de ser golpeado hasta el hartazgo en una comisaría de Pudahuel.

La única alternativa que nos queda es recordarte, Jhonny Karikeo,
y en tu nombre
mañana saldré a bailar
me pintaré los labios con tu sangre
y repartiré besos toda la noche.

En: Ayenao, Pablo. Antes que el alba te sacuda el pavimento.

miércoles, 27 de marzo de 2013

KA MOJFVÑCE


Abro la sección KA MOJFVÑCE para mostrar poesía realizada por hermanos/as de otros pueblos.

Hará unos cinco años atrás, Jaime Huenún organizó un encuentro latinoamericano de poetas en Santiago. De allí surgió un libro (Los cantos ocultos. Lom Ediciones, 2008). No conozco otra antología, al menos en Chile, que reúna poesía de pueblos originarios, en este caso de Latinoamérica. Este texto ha tenido poca divulgación y por mi parte recién pude comprarlo en el verano pasado, cuando lo hallé en una feria ubicada en los patios de la USACH, al momento de realizarse allí un Congreso de ciencia y cultura.

Los antologados son: Lorenzo Aillapan (mapuche chileno), Liliana Ancalao (mapuche argentina), David Aniñir (mapuche chileno), José Luis Ayala (aymara peruano), César Cabello (mapuche chileno), Rosa Chávez (maya guatemalteca), Víctor Cifuentes (mapuche chileno), Marcial Colin (mapuche chileno), Bernardo Colipan (mapuche chileno), Briceida Cuevas Cob (maya mexicana), Susy Delgado (guaraní paraguaya), Martha Leonor González (chontal nicaragüense), Odi González (quechua peruano), Jaime Huenún (mapuche chileno), Graciela Huinao (mapuche chilena), Paulo Huirimilla (mapuche chileno), Pedro Humire (aymara chileno), Ariruma Kowíi (quichua ecuatoriano), María Isabel Lara Millapan (mapuche chilena), Carlos Levi (mapuche chileno), Leonel Lienlaf (mapuche chileno), Ricardo Loncón (mapuche chileno), Miguel Ángel López-Hernández (wayuu colombiano), Macario Matus (zapoteca mexicano), César Millahueique (mapuche chileno), Roxana Miranda Rupailaf (mapuche chilena), Maribel Mora Curriao (mapuche chilena), Dourvalino Moura Fernández (desana brasileño), Mario Nandayapa (maya mexicano), María Teresa Panchillo (mapuche chilena), Eliana Pulquillanca (mapuche chilena), Erwin Quintupill (mapuche chileno) y José Teiguel (mapuche chileno).


Comparto la introducción a esta antología.

“Los pueblos o naciones indígenas de América Latina, que se creían asimilados o simplemente desarticulados por los procesos de colonización de los estados nacionales, están dando hoy una dura y estoica batalla por sobrevivir tanto en términos territoriales y políticos como culturales y artísticos.

Ante esta circunstancia, que toma en demasiadas ocasiones visos de tragedia, un número significativo de sus miembros se ha entregado a los afanes de una doble tarea: actualizar y a la vez crear una literatura que se arraiga en el canto, la memoria histórica, mítica y familiar y en los entornos geográficos en los que estas sociedades han vivido hace siglos.

La mayoría de los más de 600 pueblos aborígenes de América Latina, que concentran a cuarenta millones de personas, se mantuvieron hasta las primeras décadas del Siglo XX como culturas ágrafas, por lo que sus expresiones literarias -o sus construcciones verbales estéticas-  se transmitían de generación en generación de manera oral.

Las imposiciones educacionales, económicas y geopolíticas obligaron a gran parte de estos pueblos a aprender el español y a olvidar o relegar a situaciones y eventos muy íntimos y cerrados sus idiomas maternos. En este contexto, sólo algunas obras de la tradición indígena traducidas al español han logrado traspasar las estrictas y discriminadoras barreras impuestas por la ciudad letrada. Me refiero a obras comno el Popol Vuh, Dioses y hombres del Huarochirí -libro considerado como la Biblia quechua- o el imponente canto sagrado guaraní llamado Ayvu Rapyta.

Esas obras, más algunas otras, han conseguido interesar fundamentalmente a especialistas -antropólogos, lingüistas, etnólogos, escritores- los que, como una manera de registrar y difundir sus investigaciones y sus descubrimientos, entregaron a la imprenta versiones de cantos, relatos testimonios y poemas orales aportados por informantes indígenas. Demás está decir que tales libros tiene aún una escasísima circulación en nuestros países debido principalmente a las retrógradas limitaciones de nuestros sistemas culturales y educacionales que optaron por folclorizar, omitir o derechamente negar el legado artístico de los pueblos originarios.

A pesar de ello y contra todo pronóstico, la poesía y la literatura indígenas latinoamericanas viven hoy un período de renacimiento y de  creciente y a lavez conflictiva consolidación. Autores y autoras como Humberto Ak’abal y Rosa Chávez de Guatemal; Briceida Cuevas Cob, Macario Matus, Irma Pineda y Juan Gregorio Regino de México; Odi González, Dida Aguirre García y José Luis Ayala de Perú; Miguel Ángel López Hernández (Vito Apshana), Freddy Chicangana y Hugo Jamioy de Colombia; Leonel Lienlaf, Lorenzo Aillapan, María Isabel Lara Millapán y Bernardo Colipán de Chile; Elvira Espejo y Juan de Dios Yapita de Bolivia y Ariruma Kowii de Ecuador entre muchos otros y otras, está construyendo una estética literaria afincada en las tradiciones líricas ancestrales de sus pueblos y a la vez renovando, mediante la escritura de poesía fundamentalmente, el uso de los idiomas originarios que hasta muy poco se creían condenados a una implacable e inevitable extinción.

Se trata de poetas que en su mayoría recogen parte importante de una memoria histórica, mítica y genealógica que generalmente ha permanecido marginada de los espacios públicos y oficiales, una memoria que en muchos casos es adaptada a los formatos y estilos de la poesía híbrida y mestiza latinoamericana. Hablamos, claro está, de una eclosión poética que ya no se puede calificar de exótica o livianamente ecológica y nativista. Las y los poetas indígenas y mestizos tensionan el canto ancestral, recreando tanto los elementos de su cultura originaria como sus experiencias vividas en la descascarada y difusa occidentalizad de nuestras contradictorias urbes contemporáneas.

Existen hoy tantas poéticas indígenas como pueblos indígenas sobreviven y cada autor, por su parte, hace suyos los rasgos de su cultura madre modificándolos y conservándolos al mismo tiempo, cosa que como sabemos ocurre en la literatura de cualquier sociedad. Tenemos poetas originarios que cantan a un desatado o contenido erotismo, otros que escriben desde una posición tribunicia, social y política, como asimismo otros más esencialistas y tradicionalistas en sus temas y lenguajes. También existen poetas situados en las contradicciones, tensiones y complejidades contemporáneas. Están, al mismo tiempo, surgiendo con fuerza poetas mujeres que problematizan o exaltan desde el ser indígena su condición de género. La diversidad es significativa en las escrituras de estos autores, aunque desde ciertos círculos tal producción literaria se vea como homogénea, pareja, sin aristas ni variaciones.

Tala vez la característica más relevante de esta poesía sea su vocación inclaudicable para construir una escritura que permanece voluntariamente suspendida y tensionada entre lo arcaico y lo moderno, resistiéndose a constituirse sólo en significante, ya que su característica principal es establecer, actualizar y potenciar permanentes conexiones vivenciales con la memoria familiar y comunitaria y con los discursos orales tradicionales.

La antigua poesía quechua, los poemas-cantos nahuas, guaraníes, mapuches o aimaras se unían a la música, a la danza, a la representación dramática y a rito religioso. Esos cantos están ocultos, velados, difuminados, tarjados quizás por nuestra engañosa modernidad o post modernidad, pero no perdidos. La poesía escrita se nutre, como ya hemos dicho, de esas melodías y cánticos primordiales, analógicos y muchas veces sacros. Esto se manifiesta incluso en algunos autores canonizados por el sistema literario en lengua española. Por debajo de la sintaxis quebrada de César Vallejo, por ejemplo, habita la honda letanía Chimú de sus abuelos. En la recitación de los alejandrinos enjoyados de Rubén Darío se deja oír el coro chorotega y la sinfonía vegetal de las comunidades mayas. Y en los poemas y prosa de Lucila Godoy se vislumbra el habla cotidiana y ritual de los clanes diaguitas transitando por los ríspidos cerros de Monte Grande.

Necesario es señalar, además, que nuestros países latinoamericanos no se conocen entre sí; más bien se desconocen y se muerden, se rechazan, se ningunean, a pesar de ciertos discursos que enfatizan en una fraternidad latinoamericanista fraudulenta e interesada. Lo cierto es que poco y nada sabemos de las culturas, las tragedias y las alegrías de Bolivia, Perú, Colombia, Brasil o Venezuela; poco y nada sabemos de sus poetas, sus músicos o sus científicos y mucho menos de las manifestaciones artísticas de sus pueblos originarios.

Por ello, el propósito de reunir en este volumen a un número significativo de poetas indígenas es simplemente generar espacios para visibilizar parte de sus obras todavía desconocidas en nuestro medio y propiciar conexiones y vínculos con pueblos que aún mantienen modos de vida diferenciados respecto de los que priman en las sociedades dominantes de Latinoamérica, modos de vida, hay que decirlo, cotidianamente asediados por el neoliberalismo económico y el colonialismo cultural.

A pesar de ello, los cantos y poemas de los pueblos originarios siguen fluyendo; existen, se profieren y se escuchan lejos de los medios de comunicación masivos y de la industria editorial, aunque justo es reconocer que poco a poco, a través de autoediciones y publicaciones en sellos independientes y en algunos sitios de Internet esta poesía abre y consolida, cada vez con mayor regularidad y alcance, canales de difusión perdurables.

Este libro -producto del Encuentro Latinoamericano de Poetas Indígenas, realizado en Chile durante el mes de octubre del año 2007- quiere ahondar en esa huella ofreciéndose a los lectores como un documento inicial para el conocimiento y disfrute de una parte de la poesía originaria actual. Por lo mismo, no se pretende erigir en una antología rigurosa, académica y canónica, sino sólo como una muestra poética nacida a contracorriente de la poderosa vorágine globalizadora que nos embarga y nos obnubila, pero que según el poeta peruano Odi González, “no ha podido aún barrer con nuestros idiomas, nuestras costumbres y nuestra oralidad”.

Jaime Luis Huenún Villa

FUEGO PURIFICADOR



(José Luis Ayala – aymara – Perú)

Viento de la puna / esparce por el mundo
las cenizas / nuestra tristeza y soledad.

Recoge las partículas del recado
y los trozos de amargura que no ardieron.
Lleva residuos de coca / penas / presagios
y desencantos de mi comunidad.
Culebra de la montaña / entierra la pobreza
neutraliza el hechizo que nos han hecho
y borra el daño que nos envenena.

Búho de la quebrada / lleva paveas a tu cueva
rana de lodazales / toma los escombros
águila que pasa chillando / arrastra los despojos.
Puma de los cerros / destruye las favilas
lluvia de la madrugada / apaga las brasas
granizo del atardecer /destruye las maldades
helada del amanecer / arrasa la miseria.

Hediondilla y hierba luisa / curen mis heridas.

Q’UMANCHIRI NINA
(José Luis Ayala – aymara – Perú)

Suni pampa thaya / aka pachana willitattayma
qhilla llakinakasa / sapänakasa / sarnaqäwinakasa.

Ch’imi iwxatanaka apthapma
ukatxa jani nakhkäna uka jisk’a thuthüwinaka apthapma.

Kuka jilt’anaka apma / llakinaka / arjäwinaka apma
ukatxa ayllujana jani suma musphaña sarnaqäwinakapa apma.

Jach’a qullana asirupa / wajcha q’uyanä imantma
jiwasaru ñanqha luqtasïwinaka t’unarpayma
ukatsa jiwasaru ñanqha winit’iri pichanukma.

Q’awankiri juku / siwayunaka putumaru apasma
juqhu siniyankiri k’ayra / t’unanaka katxarma.
Ch’isiqisisa jalakipiri paka / aparatanaka qatatma
Qullanakakiri titi / siwayunaka t’unjma.
Arumanthi jallunaka / nina sansanaka jiwayma.
Jaip’ja cchijcchinaka / ñanqhanaka t’unjma.
Qhantati juyphi / khuyaña jakäwiru atipjma.

Q’illu panqarani alimpi lawraymanampi / chhuxrinakaja qullt’apxita.

En: Huenun, Jaime. Antología de poesía indígena latinoamericana. Los cantos ocultos. LOM Ediciones. Chile, 2008.

EL BÚHO



(Briceida Cuevas Cob – maya – México)

El búho llega.
Se agazapa sobre el muro.
Medita.
Qué muerte anunciar
si ya nadie vive en este pueblo.
Los fósiles de la gente
Transitan a ningún lado.
Pinta la luna las tumbas del camposanto
que ha comenzado a masticar la maleza.
El búho
ensaya un canto a la vida.
Se niega a presagiar su propia muerte.

XOOCH’
(Briceida Cuevas Cob – maya – México)

Dzok u k’uchul xooch’.
Tu mot’ubal yo’ koot.
T’uubul tu túukul.
Máax ken u tomojchi’t
ua mix máak ku k’in ti’e kaaja.
U xla’báakel maakobe chen ka maanakoob.
Uje’ tu boonik u muknaliloobe ch’een k’aak
dzok u Cajal u luuk’u tumén lóobil.
Xooch’e
tu xuxubtik u k’ayil kuxtal.
Tumén ma’ u k’aat u k’ay u kíimil.

En: Huenun, Jaime. Antología de poesía indígena latinoamericana. Los cantos ocultos. LOM Ediciones. Chile, 2008.