LA PALABRA ES LA FLOR – POESÍA MAPUCHE PARA
NIÑOS
RAYENGEY TI DUNGUN – PICHIKECHE ÑI MAPUCHE
KUMWIRIN
El
Programa de Educación Intercultural Bilingüe del Mineduc ha editado, en
noviembre del 2011, una antología de poesía mapuche para niños. La gestión es del
poeta Jaime Huenún quien se dio el trabajo de contactar a los/as 32 poetas para
solicitar su participación. Ellos son:
Pedro
Aguilera Milla
Lorenzo
Aillapán Cayuleo
César
Ancalaf
Amalia
Andaur Huechante
Cristian
Antillanca
David
Aniñir
Jaqueline
Caniguán
Víctor
Cifuentes Palacios
Marcial
Colín Lincolao
Bernardo
Colipán
Juan
Huenuán Escalona
Jaime
Luis Huenún Villa
María
Inés Huenuñir
Omar
Huenuqueo Huiaquinao
Paulo
Huirimilla Oyarzo
Juana
Lancapichún
María
Isabel Lara Millapán
Emerson
Licanleo
Leonel
Lienlaf
Carlos
Levi Reñinao
Ricardo
Loncón
Faumelisa
Manquepillán
César
Millahueique
Roxana
Miranda Rupailaf
Maribel
Mora Curriao
María
Teresa Panchillo
Eliana
Pulquillanca
Erwin
Quintupill
Ramón
Quichiyao
Fernando
Raguileo
José
Teiguel
Miguel
Utreras Imilmaqui
Dice
Jaime Huenún en los agradecimientos iniciales que el libro “es fruto de la
convergencia de diversas voluntades, especialidades y conocimientos”,
refiriéndose a los/as poetas participantes, a quienes gestionaron
(funcionarios/as del Mineduc), a las ilustraciones (Eduardo Rapimán), a la
traducción al mapuzugun (Rosendo Huisca), al diseño gráfico (Carlos Urrea) y la
propuesta didáctica (Maribel Mora Curriao) con que finaliza.
Ciertamente
resulta estimulante que el Mineduc se haya embarcado en la aventura de publicar
un libro de “poesía mapuche para niños”. En mi opinión refleja un
reconocimiento, una breve fracción de lo por cancelar a propósito de la deuda
histórica con nuestro pueblo. El modo en que este acontecimiento se desarrolla
y finaliza es harina de otro costal.
El
público lector no necesariamente ha de pensar que los poemas publicados fueron
escritos pensando en los niños/as. Creo que pocos de nosotros hemos escrito intencionalmente
con el intento de llegar exclusivamente a un público infantil. Aparte de Paulo
Huirimilla y quien escribe este comentario[1],
no conozco otros casos. Puede que los haya. De ser así, es de esperar que muy
pronto vayan saliendo a la luz. Nuestros niños y niñas necesitan que nos
ocupemos de ellos, que les ofrezcamos nuestra versión – intencionada – acerca
de diversos aspectos del ser mapuche (la conexión con la naturaleza, la
cosmovisión, las experiencias en la ciudad, la discriminación, el estudio y la
escuela chilena, el trabajo, la familia, el lof, la organización tradicional,
la reciprocidad, las expresiones artísticas, la oralidad, la entretención, los
viajes, la historia, etc.), porque bien dice Huenún cuando expresa que “A
través de la poesía, el lenguaje adquiere características especiales y se
convierte en una herramienta que revela las maravillas y los dolores del mundo
y de la vida”.
Sin
desmerecer el enorme esfuerzo y sin dejar de agradecerlo, quiero expresar que:
-
Se echa de menos la incorporación de otros/as notables;
particularmente, se hace notar la ausencia de los/as poetas mapuche del
Puelmapu (lo que queda de nosotros al otro lado de la cordillera).
-
El alfabeto empleado para la traducción al mapuzugun no es el unificado
(académicos), ni el azümchefe (CONADI), ni el Raguileo (Anselmo Raguileo),
aunque es más próximo al segundo de ellos. Por ejemplo, se utiliza “d” en lugar
“z” en el título; también se observa el uso de tilde en más de una ocasión y el
uso de guión en situaciones diferentes a las que indica el azümchefe. Todo eso
en una breve mirada de profesor, aunque mi especialidad no es la denominada
educación intercultural[2].
En la
parte final se agrega un glosario de palabras mapuche, antecedentes de los
poetas antologados (menos Carlos Levi), y una propuesta metodológica de la
poeta Maribel Mora, que fundamenta, contextualiza y sugiere actividades y
bibliografía para desarrollar en el aula (desde 3º año hasta 8º año de
educación básica).
-------------
Una vez
más mis agradecimientos a todos quienes hicieron posible esta antología. Es de
esperar que no sea la última, pues también existen los estudiantes de enseñanza
media, los de la educación de adultos y los de los establecimientos
tecnológicos, entre otros.
A modo
de anécdota, en lo que a mí se refiere. Los dos poemas de mi autoría que aquí
se publican fueron entregados a Jaime sin título, pues muchos de mis trabajos los
he dejado así. Este compañero de ruta ha llamado “Sobre el arte de tejer” al
primero de ellos y “La lagartija” al segundo.
En el
último tiempo – como ya referí – he estado tratando de finalizar mi proyecto de
libro de poesía pensado en los niños como destinatarios, y he decidido llamar
“Por leña” al segundo. El otro, permanece sin título (pueden leerlo en este
mismo blog. Ver etiqueta "El arte de tejer").
Estos
dos poemas los escribí en prosa e intencionalmente se parecen a un relato
tradicional (epew), porque reconozco que mi primer contacto con la poesía
fueron los relatos y las canciones escuchados a mis padres.
Si los
profesores/as desean contar con este libro en su aula, pueden solicitar a su
director/a que lo pida al Mineduc. Entiendo que habrá o existe una distribución
a escuelas, pero no dispongo de otros detalles o información, por ahora.
Por leña
Teníamos un
tronco viejo, grande, enorme. Día a día íbamos a él, a quitarle astillas para
el fogón. Invadíamos el hogar de las arañas, pero debíamos seguir.
Desde lo
alto la lluvia caía interminable. Las arañas salían de sus grietas y buscaban
presurosas otro refugio en que dormir.
Hubo un día
en que el filo del hacha abrió de pronto una rendija. Fue como un relámpago
golpeando la madera. Vi agitarse un cuerpo oscuro y alargado. Así, tan rápido
como me vino la imagen de un ciempiés, recordé que habitan bajo el suelo.
Era una
vieja amiga de la infancia emergiendo – de entre la rígida blancura de la leña
– su opaco y blando cuerpo de lagartija adormecida.
No era la
flecha vestida de azul, verde y amarillo de los veranos, la eterna enamorada
del sol. Era, lentamente, como extraviada, bajando para perderse en lo bajo del
tronco en que la hallé.
Más tarde
llegaron el temporal y la noche para quedarse hasta el amanecer. Y me quedé
pensando, mirando la nada oscura que rodeaba la casa.
El tronco
había quedado allí, y en los días siguientes no volví, no volví. Todo se
detuvo, hasta unos días después en que no estaba.
Me fui a
caminar por entre las sombras de los árboles. Me fui a caminar bajo la
oscuridad nublada de la noche y hasta muy tarde no pude allegarme hasta la
rueda del fogón.
Esa noche,
junto con ser fría, llegó a ser la más extensa, la más solitaria y silenciosa
de ese invierno.
Bibliografía:
-
Huenún, Jaime. Rayengey ti dungun. Pichikeche ñi mapuche kumwirin.
Programa de Educación Intercultural Bilingüe. Mineduc, 2011.
-
CONADI. Azümchefi. Grafemario Único del Idioma Mapuche. Unidad
de Cultura y Educación, 1999.
-
CONADI. Azümchefe. Hacia la escritura del Mapuzugun.
Departamento de Cultura y Educación, 2003.
-
Raguileo, Anselmo. Curso de Monitores para la Enseñanza de la
Escritura de la Lengua Mapuche[3].
Guía Nº 1. Departamento de Comunicaciones, CAPIDE, 1989.
[1] Llevo
varios años preparando un conjunto de poemas pensando en los niños de siempre,
particularmente los de mi Saltapura. De ese proyecto fueron tomados los dos que
se publican en “La palabra es la flor”.
[2] El azümchefe
admite el uso de la “z”, lo mismo que Raguileo, en lugar de “d” (Unificado).
Así el título debiera escribirse “Rayenhgey chi zungun” (Azümchefe), “Rayehgey
ci zugun” (Raguileo) o “Rayenngey chi dungun” (Unificado). (Si estoy
equivocado, háganmelo saber, por favor)
[3] Este
folleto presenta correcciones – hechas a mano – por el mismo autor y fue
facilitado por Ruby Raguileo, hija de don Anselmo.
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