(Cristian Antillanca – Chaihuín – Corral)
Al despedirme
pensé en mis hijos
Dónde andarán _ hijos míos
en qué tarde
buscando ya sin fuerza un vientre en que habitar
Nunca tendré una casa en esta tierra
nunca una ventana
en la que ella se siente al atardecer
a mirar dulcemente
como si buscara a sus hijos
Todos los lugares de esa tierra
tienen un nombre
y de ellos sólo recuerdo
los pies que los caminaban
Me iba diciendo
antes aquí había una casa
una ventana
donde nos sentábamos a mirar la tierra
Aquí no seré más vacío
en que anden
las ánimas de los árboles talados
Ay, si te pudiera pedir
si te pudiera decir
envíame una carta
dime cómo está esa flor que da tan bellos frutos
si este año es el mismo color de la lluvia
que trae a los caballos que combatieron
en las praderas cansadas
dímelo
cuando las estrellas traigan a dormir
al gran monstruo de la noche bajo los manzanos
o cuando desde la ventana abierta al invierno
los cerros digan
el mar el mar el mar.
(inédito)
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Este poema me lo hizo llegar Cristian, a propósito de la
invitación a participar del 5º Mingako Kultural (febrero 2011). Le acompañaba
una carta breve. En ella, me pedía que lo compartiera; sin embargo, se quedó en
el escritorio hasta el día de hoy, sin enviársela a nadie.
Ahora que ya estamos trabajando en la programación del 6º
Mingako, me doy cuenta que no he respondido al pedido aquel. Vaya entonces, me
dije, – este blog mediante – el poema en cuestión, para todos quienes gustan
del trabajo de Cristian, y también para quienes aún no han tenido la ocasión de
conocerlo.
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