jueves, 2 de abril de 2015

EL CEMENTERIO DEL FUEGO


(Javier Milanca – Valdivia)

A mi pueblo del sur: Los Lagos.

Ellos plantaron en la greda la sutil inercia de la muerte
Dejaron que el recodo sea memoria, que el cerro sea lápida atenta
Y que el río se convierta en lluvia los últimos suspiros del delirio

Y así fue que sobre el hueso y el cráneo aterido
Se desparramó el cemento ajeno
Y el paño verde de la maleza se cubrió con la telaraña de las casas.

Pero en  ciclo de lluvias lunares el fuego abraza las construcciones
hasta convertirlas en humo incierto
las lenguas rojas derriten en humo las maderas
las fotografías y las ventanas.
Es la venganza de los verdaderos hijos del arco iris
Que vuelven convertidos en seres crepitantes.

Nadie puede descifrar la premura de las llamas
en la incandescencia de la noche
Puede que de tanto incendio vuelva a reinar algún día
la soberana estirpe de las nalcas
Y los árboles vuelvan a entonar la canción de las ramas
Por sobre la pobreza de nuestros techos aplastados
Nosotros, no seremos más que el simple futuro de la nada.

Los Lagos: eres la flor de loto de un cementerio de antes
Convertido ahora en un molino de aspas tristes y humeantes
Tu razón de viejo eterno
Juguetea entre los astros de pies húmedos
Nosotros esperamos bajo las piedras mojadas
Que Pillán duerma la mona en el más allá
nos despierte en su averno
Y nos lance en la cara que toda eternidad comienza con la muerte
Y que a toda semilla también le precede la ceniza.


En: Susperregui, Xavier. Pueblo Mapuche. Poemas. Biblioteca de las Grandes Naciones. País Vasco, 2014.

MUEREME

(Cristian Cayupan - Puerto Saavedra)

Me estás en el claroscuro del bosque
soñoliento y en harapos, 
me susurra el pecho que me pertenece:
corre ahogado de penumbras,
muéreme te pido en el suplicio de esta noche
solo así reposarán mis manos
y cesarán mis huellas de hacerme pasos
en los confines de esta Frontera última.
El congreso de esta oscuridad me aprisiona,
las piedras de las calles de antaño
están consagradas en mi memoria
como un acongojado poeta que huye del futuro
reivindicando lo más puro de la comarca
-exclamo ¡muéreme de esta pesadilla!

que si viene el alba, seguiré observando tu imagen.

Entregado por el autor.

lunes, 9 de marzo de 2015

SOBRE COSAS COTIDIANAS

(Erwin Quintupill - Saltapura)

Es normal que la gente tenga nombres extraños
el mío lo es, déjenlo así
Es normal que la gente sea cristiana
yo no lo soy, déjenlo así
Es normal que la gente vaya a la escuela
Yo fui, déjenlo así
Es normal que la gente siga la ruta que le indican
Yo pregunto, y elijo una diferente
déjenlo así
Es normal que la gente calle, que no hable, que permanezca en silencio
A mí me gusta el silencio; pero no el de las palabras
sino el del viento, el de la noche, el de la lluvia, el del sol
y todos los demás
déjenlo así
Es normal que la gente se registre
Yo prefiero irme por los caminos callados
déjenlo así
Es normal que la gente no escuche los sonidos de su entorno
Yo prefiero irme a los sitios vacíos y escuchar
y escuchar
déjenlo así
Es normal que la gente no duerma tranquila
Yo duermo bajo el techo de la casa, de las estrellas
déjenlo así
Es normal que a los indios les quiten la tierra en que han nacido
Yo vivo en suelo extraño
y hablo en lengua extraña
Es normal que registren
y no tengo nada más que un cuerpo desnudo y famélico
Es normal que te ofrezcan la venta de lo inimaginable
Yo intercambio mis cosas
Y como si fuera poco
es normal que la vida tenga un precio
que no asumo
que no tranzo

que me vaya por los caminos de barro y de asfalto
con la mirada enfocada hacia al frente
nunca abajo, nunca arriba
Lo único visible para mis ojos ocultos
Es la energía que mueve el cosmos.

Nada es normal
ni el tener hijos
ni el firmar papeles
ni morirse atravesado por las balas
de los que formaron el Estado en que vivo.

Soy la curiosa mirada de las estrellas que desaparecieron
el aliento de los fallecidos
el vapor de los suelos y de los bosques
Eso soy
completamente anormal
como las energías que se funden en cada amanecer.


13.06.14