miércoles, 1 de mayo de 2013

POR LEÑA



Imagen: Filkun (lagartija)
Fotografía: Erwin Quintupill. Saltapura, sin fecha.

Este poema en prosa es parte de un proyecto no terminado: un libro para niños. Llevo años escribiéndolos y está casi terminado.

Por leña[1]

(Erwin Quintupill - Saltapura)

Teníamos un tronco viejo, grande, enorme. Día a día íbamos a él, a quitarle astillas para el fogón. Invadíamos el hogar de las arañas, pero debíamos seguir.

Desde lo alto la lluvia caía interminable. Las arañas salían de sus grietas y buscaban presurosas otro refugio en que dormir.

Hubo un día en que el filo del hacha abrió de pronto una rendija. Fue como un relámpago golpeando la madera. Vi agitarse un cuerpo oscuro y alargado. Así, tan rápido como me vino la imagen de un ciempiés, recordé que habitan bajo el suelo.

Era una vieja amiga de la infancia emergiendo – de entre la rígida blancura de la leña – su opaco y blando cuerpo de lagartija adormecida.

No era la flecha vestida de azul, verde y amarillo de los veranos, la eterna enamorada del sol. Era, lentamente, como extraviada, bajando para perderse en lo bajo del tronco en que la hallé.

Más tarde llegaron el temporal y la noche para quedarse hasta el amanecer. Y me quedé pensando, mirando la nada oscura que rodeaba la casa.

El tronco había quedado allí, y en los días siguientes no volví, no volví. Todo se detuvo, hasta unos días después en que no estaba.

Me fui a caminar por entre las sombras de los árboles. Me fui a caminar bajo la oscuridad nublada de la noche y hasta muy tarde no pude allegarme hasta la rueda del fogón.

Esa noche, junto con ser fría, llegó a ser la más extensa, la más solitaria y silenciosa de ese invierno.


[1] Publicado en “La palabra es la flor. Poesía Mapuche para niños”. (Programa de Educación Intercultural Bilingüe, MINEDUC, 2011).

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