martes, 25 de agosto de 2020

AÑIL

 


(María Cecilia Nahuelquin – Valparaíso)

 

A mi abuela Juana Cuyul

 

En el pantano había un claro,

claro de lavaza fina y espesa.

Como el engrudo que se hace

con agua limpia y harina gruesa.

 

Con las manitos arrugadas,

por encima del lodo,

sacaba lo que brotaba.

 

Era el añil,

negro escurridizo, el cual separaba

barrito negro que hilaba.

 

Las hojas verdes esperan

cocimiento de peta, maqui, pangue y arrayán,

las hojas del traumame y la sal.

 

Al hervor de horas

en lo caliente las hojas, lánguidas y cocidas,

hacen su retirada.

Mientras el añil

fino barrito oscuro,

enluta esta unión y se abraza al calor

para dejar el agua negra azulada.

 

Era lana de oveja que caía sobre

el candente “mejunje”,

de cercana ofrenda recogida

en remojo por tres días.

 

Decía la abuela

esperemos que el sol de señales,

tendida la dejaremos

así nunca se desteñirá

para después hacer en el telar

los chales encajonados

y grandes brezas frezás.

 

así teñía la lana mi abuela,

con sus manitos diestras y arrugadas.

 

En: Figueroa, Damsi. Poéticas mapuches: Lecturas interculturales de la poesía mapuche actual. Tesis. Universidad de Concepción, 2017  pp. 207-208.

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