lunes, 12 de marzo de 2012

VERSOS PARA SILVIA


Estos versos son de 1988, por el trabajo que me unió a Silvia Calfulen, una joven lamgen, estudiante, de unos veinte años, nacida en Concepción de padre y madre mapuche.

La conocí cuando ingresé al Centro Cultural Mapuche, en 1979 más o menos. En ese tiempo asistía a un Liceo. Casi todos los domingos nos encontrábamos en una dependencia del Colegio San Ignacio. Eran nuestras reuniones ordinarias. También estuvieron allí sus hermanos Lorenza y Segundo, ambos profesores, y Raúl, adolescente como su hermana menor.

Cuando se me ocurrió trabajar los versos de Neruda del Canto General y complementarlo con música y canto mapuche, Silvia no dudó en aceptar ser parte del elenco. Ella fue la única mujer del grupo.

En 1986 me regresé a Saltapura para recuperar el sentido de mi existencia. Estaba en Temuco, integrando el Grupo de Teatro, cuando supe que Silvia había fallecido producto de una bala que no era para ella. Sentí rabia, impotencia. Entonces supe, una vez más, que no todo lo realizado era pensado responsablemente. Lo acontecido era parte de los riesgos; pero, el menos imaginado.

VERSOS PARA SILVIA

1988: septiembre 10

De oscuridad profunda estás rodeada en este instante.
Yo quisiera estar más cerca.
Decir tu nombre, Silvia.
Llamarte.
Y escuchar tu voz declamando los versos de Neruda.

Funeral

Y ahora, ya no es el escenario ni el aplauso
ni llorar podemos
ni será tu puño en alto junto a los demás por las calles caminando.
Ahora, eres tú quien va adelante
nosotros tras de ti
tú entre nosotros.

Permanencia

Nada ha concluido, hermana mía.
Sigues viva, como todos
Resucitando en cada esfuerzo
                                   realizado con amor
por la victoria final.

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