sábado, 5 de octubre de 2013

COMENTARIO A "POESÍA Y ORALIDAD MAPUCHE"

Eduardo Cabello es un amigo, conocido hace unos 7 u 8 años. Coincidimos en Concepción a propósito de la muestra que realicé en el Museo Comunitario y Centro cultural Curarrehue, en San Pedro de la Paz. Además de haberme ayudado a instalar la escenografía, me ha hecho llegar un comentario que aprecio y que comparto a continuación.

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Mi buen amigo, aunque siempre con algún retraso, te hago llegar mis comentarios sobre tu presentación en San Pedro.

Conversé bastante al respecto con Jorge y Alicia, y coincidimos en que -a diferencia de otras presentaciones tuyas que he podido ver- esta me pareció más sólida y completa.
A qué me refiero. En otras ocasiones sólo has presentado tu trabajo poético, lo que inevitablemente -más allá de que me guste o no lo que escribes- cobra un matiz más cercano a la monotonía (en general, siento que la poesía -cualquiera sea su tipo, origen o corriente- es un lenguaje estructuralmente reiterativo, aunque formalmente lleno de potenciales expresivos, los que al encasillarse en dicha estructura -con cadencias, ritmos y tiempos predecibles- ven menguada su efectividad). Aunque esto último más tiene que ver con la poesía recitada que con la escrita, pues al leer es más probable que cada lector otorgue sentidos, tiempos y pausas acordes con lo que él siente mientras lee (en mi caso, por ejemplo, tiendo a detenerme muchas veces mientras leo un poema; hay imágenes e ideas que debo digerir o ahondar en mi cabeza para poder seguir leyendo, a veces por horas); mientras que quienes recitan normalmente escogen -o simplemente llegan- un modo específico de recitar, de un repertorio no mayor a tres tipologías más ampliamente difundidas, a saber: clásico/melancólico (tipo Neruda); cómico/rupturista (tipo Parra); jadeante/erotizado (comúnmente poetisas). Aunque te pueda parecer caricaturesco, simplista o reductivo, he comprobado que los poetas y poetisas tienden a reiterar uno de esos tres modos de recitar, y quizás es aquello lo que confiere un carácter monótono.

Contrario a esto, en esta ocasión la diversidad de cosas que presentaste le confirió al evento un carácter de viaje. No es un misterio que tu poesía duela; al menos a mí me duele. La cubre un velo de dolor, de ira solapada de nostalgia. Sin los epew que narraste, era imposible adivinar sonrisas en los asistentes. Pero lo que digo va más allá de la inclusión de emociones distintas al dolor. Sobre todo tiene que ver con que encontré mejor contextualizada tu poesía en el marco mayor del canto y el epew. De algún modo, aunque no tengan nada que ver (digo, formalmente), creo que los epew, los cantos y las cuestiones que contabas servían como escenario para entender tu poesía. Tú lo has dicho en varias ocasiones, la poesía como tal no es una práctica aislada en el pueblo mapuche, sino una cuestión que constituye su lenguaje. Ahora bien, yo no estoy de acuerdo con esa idea porque creo que tiende a deshistorizar fenómenos que son históricos y específicos, que tienen tránsitos particulares y que guardan relación con conceptualizaciones que son fruto de esos tránsitos. Sin embargo, creo entender a lo que te refieres.

Creo acertada cada una de tus decisiones. El concepto detrás de la escenografía pudo ser más provechoso, en el sentido que la idea era potente (y visualmente atractiva), pero -si no me equivoco- nunca explicitaste su significado (que además podía vincularse con la intrusión del castellano y el estado de la lengua, semejante al fenómeno del plástico que inunda la tierra y donde todavía se divisan trazos de lana; en general, la idea y la imagen de la urdimbre es hermosa). Incluir imágenes de Saltapura, de la cotidianidad que allí se vive, sirve a su vez para que los espectadores visualicen aquello de lo que se habla, desde dónde se dice lo que se dice. Ciertamente, ello tuvo sentido toda vez que tus explicaciones hacían referencia a ello.
En términos simples, puedo decirte que como expresión artística es quizás la mejor presentación de poesía que haya visto. Y ello no deja de ser paradójico, pues dicha calidad se alcanza también en la medida que la presentación no fue puramente poética. Pero incluiste los elementos necesarios para realzar y comprender esa poesía. 

Pero hay otro asunto que me parece fundamental y es algo que no puedo responder, pues tiene que ver con tus objetivos al realizar estos eventos. Al presentar nuestro trabajo, hay un factor que no está necesariamente a nuestro alcance, y tiene que ver con quiénes lo observan o reciben. De hecho, de algún modo lamenté sentir que buena parte del público ese día no lograría una comprensión cabal de lo que planteabas, y no lo digo desde un prejuicio, sino por lo que se desprende de algunas preguntas o comentarios que te hicieron cuando abriste la palabra. Tampoco es misterio que para buena parte de la sociedad chilena el mundo mapuche es una cuestión desconocida y lejana, que sólo se conoce por un puñado de estereotipos erróneos forjados en la ignorancia y en las malas intenciones de muchos. Si lo que buscas es seguir tendiendo puentes hacia un re-conocimiento recíproco, creo que lo consigues. Tampoco se le puede pedir a un recital que consiga más de lo que puede, o que se encargue de cumplir responsabilidades que no le corresponden.

Pero volviendo a lo más personal, sentí un gran gusto en mi posición de espectador. No recuerdo haberte visto tan cómodo, tranquilo y contento sobre un escenario. Irradiabas la alegría y tranquilidad que sólo emana quien actúa con transparencia.

No sé si he sido claro en mis palabras, pues hoy amanecí particularmente nublado. Pero si hay dudas, podemos seguir conversando.

Un gran abrazo.

Eduardo

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