viernes, 1 de julio de 2011

REGLE

(César Millahueique – San Juan de la Costa)

“Mi mamá se recuerda cuando despojaron a su abuelo. Llegaron en la mañana temprano y botaron todas lasCosas y los arrinconaron donde los Millahueique. Allí pusierona todos los vivientes que eran dueños, hicieron un solo paño.

“Teófilo Grob trajo la fuerza pública; y de ahí los Grob se hicieron dueño de toda esa parte, de la mitad de Nolgyehue. Los Grob corrieron cerco”.


Te acuerdas de las noches de 1859, cuando venías al galope junto a la fuerza pública; te acuerdas de las terribles noches de asedio cuando carabina en mano corrías los cercos y firmabas papeles que llevaban tu nombre… te acuerdas Teófilo Grob de aquellas terribles noches cuando el wekufe brillaba en tus ojos azules y pasabas balas y maldecías…

En esas noches de miedo amor besaste mis heridas mis verdugos apaciguaron los golpes y tú prendiste un cigarrillo besaste mis amoratadas mejillas y me dijiste que no moriría, que llevarías mi nombre y que cuando aclare iríamos a Nolgyehue a ver a nuestros abuelos… en esa noche soñé contigo hasta que mi guardia me levantó a palos y me dijo:
¡esos campos ya no te pertenecen!
¡esas tierras están lejos!
Y luego me empujó al piso y me revolcó en las excretas de los borrachos de la ciudad que se pretendía…
Luego me sacaron me llevaron a una sala que olía a cloroformo y me inyectaron en las venas
Cuando quise patear a mis enemigos los grilletes me lo impidieron entonces sentí un fierro helado pinchándome las costillas… no supe qué decir tan sólo en la imagen la humedad de tus besos reconfortándome en el delirio… allí supe Nolgyehue queda hacia el oriente de los ríos… sí amor al oriente donde los choiques levitan bajo la luna llena donde Juanico se encanta en cada solsticio de invierno y donde Juan Angel cabalga bajo los aviones que navegan al sur entre las nubes más altas… pasan dejando una estela como esos botes que van por el mar hacia Pucatrihue.

Tómese un matico amigo -me dijo-
Y estiró su mano con una copita de licor…
Ya secarán las heridas -me dijo-
Volverás a cabalgar por esas carreteras abriendo surcos en el viento…

Tu motocicleta en duro volará entonces por estos vados… más allá de esas ciudades…
Al fondo de las grandes autopistas reconocerás la utopía que se refleja
Cada mañana en el espejo…

Sí amor nos desnudamos y tiritando de inocencia nos entregamos a la cabalgata… vimos entonces a aquellos que fusilados cayeron en el puente Pilmaiquén…
Navegando río abajo 29 años después… cavamos en las riberas de esas aguas buscando sus costillas y cavamos en la arena húmeda entre las raíces de los espinillos; en una fosa enorme presentimos sus pechos abiertos y nada más que la voz del lancero diciendo: “cuando niño mi padre en la mitad del río vio esos cuerpos flotando, me tomó la cara y la puso contra su camisa, para que yo no viera, eran varios, muchos que bollaban hacia el mar, yo recuerdo eso, venían de la ciudad supe después señor”

En una tablita escribimos a modo de lápida:

Han venido y besado mis costillas,
Han cavado buscando mi camisa,
Mas mi nombre marcha con las lluvias,
En estas riberas donde encallamos agotados de tanto flotar…
Pucatrihue, Pucatrihue es nuestro refugio…

Luego prendimos unas velitas que aún iluminan las noches en medio de esas lluvias, en esos vientos gélidos del invierno, allá lejos donde los montes se meten al mar…

En: Aliaga, Cristian. Escribir en la muralla. Poesía política mapuche. Ediciones del IMPC y Ediciones Centro Cultural de la Cooperación, 2010. Buenos Aires.

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