sábado, 26 de enero de 2013

LAS MUJERES Y EL FRÍO


(Liliana Ancalao – Comodoro Rivadavia)

yo al frío lo aprendí de niña en guardapolvo
estaba oscuro
el rambler clasic de mi viejo no arrancaba
había que irse caminando hasta la escuela
cruzábamos el tiempo
los colmillos atravesándonos
la poca carne
yo era unas rodillas que dolían
decíamos qué frío
para mirar el vapor de las palabras
y estar acompañados
las mamas
todas
han pasado frío
mi mamá fue una niña que en cushamen
andaba en alpargatas por la nieve
campeando chivas
yo nací con la memoria de sus pies entumecidos
y un mal concepto de las chivas
esas tontas que se van y se pierden
y encima hay que salir a buscarlas
a la nada.

mi mamá nos abrigaba
ella es como un adentro
hay que abrigar a los hijos
el pecho
la espalda
los pies y las orejas
dicen así
y les crecen las ramas y las hojas
y defienden a los chicos del invierno
y a veces sale el sol y ellas tapando
porque los brazos se les van en vicio
y hay que sacarles
despacio
con palabras
esos gajos

pero el frío no siempre
lo sé porque esa noche en aldea epulef
dormíamos apenas
alrededor de nuestro corazón al descampado
eufemia descansaba el purrun del camaruco
y la noche confundió su pelo corto con el pasto

era madrugada y eufemia despertó
con la helada en el pelo
y el frío esa vez tenía boca
y se reía con nosotras
se está poniendo viejo el frío nos decían

las mujeres aprendemos
tarde
que hay un tiempo en la vida
en que hasta sin intención
vamos dejando una huella de incendio
por el barrio
ni sé porqué la perdemos
y esa tarde yo precisaba
medias de lana cruda para cruzar la calle

en las ciudades el frío
nos raspa las escamas
punza en la nuca
se vuelve más prolijo
en eso andaba y a la noche
había un hombre en mi cama
o era un niño o un muchacho

yo no quería respirar muy fuerte

tiene las manos abrigadas este hombre
entonces porqué me fui
para ver si salía a buscarme o me dejaba
a que los esqueletos de pájaros
se incrusten en mi cara

como el eco del silencio seré
si no me encuentra
por hacerme la linda
encima me da abismo
este frío
sangre azul.

En: Huenún, Jaime. Antología de poesía indñigena latinoamericana. LOM Ediciones, 2008.

Esta lamgen se me ocurre tierna. Es profesora, dicen. También que se dedica a trabajar con el mapucezugun.

En este poema, me lleva al sentido de los recuerdos de infancia, aunque el personaje principal sea el frío, que es lo que conocemos y que – sin embargo – se nos puede presentar en la forma de un humano, de otro tipo de animal o – quizás – como algo sin vida, pero con existencia.

¡Esos días de infancia! ¡Y mis días actuales! A veces me he preguntado ¿por qué el frío de antes me resulta distinto al de ahora?, aún cuando por vez primera me he acercado a la cordillera. De seguro es lo vivido, lo que llamamos experiencia, lo que me ha transformado la sensibilidad.

El frío alguna vez me abrió los pies, las manos y el rostro. De pronto lo he vuelto a recordar. Ahora los niños llevan zapatos. Nosotros, íbamos descalzos.

Y ¿qué me dicen del frío de los ojos o… el de un bosque exterminado? Por nombrar algo, nomás.

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