John le pegaba todos los días a su
esposa.
Era su rutina.
Llegaba borracho y los puños entraban en
acción.
Ella no se atrevía a denunciar.
Era inmigrante y apenas entendía el
inglés.
Se llamaba Lorena.
No conocía a nadie en ese país.
Sólo a su esposo que día tras día tatuaba
su cuerpo
a
golpes.
Un dia John tomó más alcohol del que
habitualmente
su cuerpo resistía
y le pegó demasiado a su esposa,
después la violó,
penetrándola una y otra vez.
Lorena estaba un tanto inconsciente,
había que resistir los embates del dulce
marido.
Al rato John acabó,
exhausto se tomó la última cerveza
y durmió como un bebé
toda la noche.
Lorena entonces quiso terminar con aquella
situación.
Fue a la cocina y encontró un cuchillo
carnicero.
Despacio entró en la habitación
matrimonial,
bajó el calzoncillo de su marido,
tomó
su miembro
y de un certero corte lo cercenó,
luego lo arrojó por la ventana
y después entró en shock.
Hizo las maletas, se fue lejos,
sin dinero, sin rumbo, sin nada.
John despertó de su borrachera y sintió
que en su cuerpo algo faltaba.
Se plantó frente al espejo
y se dio cuento que su hombría había sido
arrancada.
Hay que reponerla inmediatamente-pensó-
volver las cosas a su lugar.
El pene, devenido en falo, devenido en
símbolo patriarcal,
no se puede arrancar
porque es la ley natural que decidió la
sociedad en su conjunto
(cuyos representantes eran sólo hombres).
Todo debe seguir como históricamente ha
sido.
Apresar a la esposa y coser el miembro es
lo justo.
Y así lo hicieron.
Pero la esposa ahora ex esposa finalmente
salió libre.
Jhon y Lorena Bobbitt nunca vivieron
felices para siempre.
¿Cuántas Lorenas Bobbitt viven
actualmente entre nosotros?
Supongo que millones,
y millones de Jhon Bobitt,
que gracias a su mutilación
pudo por fin ser famoso
en la industria del porno.
Allí despliega sus artes amatorias,
con su zurcido pene
que al parecer funciona igual que antes.
En: "Flúro defintivo"
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