sábado, 5 de abril de 2014

ESCARAS

(Palo Ayenao - Temuco)

John le pegaba todos los días a su esposa.
Era su rutina.
Llegaba borracho y los puños entraban en acción.
Ella no se atrevía a denunciar.
Era inmigrante y apenas entendía el inglés.
Se llamaba Lorena.
No conocía a nadie en ese país.
Sólo a su esposo que día tras día tatuaba su cuerpo
a  golpes.
Un dia John tomó más alcohol del que habitualmente
su cuerpo resistía
y le pegó demasiado a su esposa,
después la violó,
penetrándola una y otra vez.
Lorena estaba un tanto inconsciente,
había que resistir los embates del dulce marido.
Al rato John acabó,
 exhausto se tomó la última cerveza
y durmió como un bebé
toda la noche.
Lorena entonces quiso terminar con aquella situación.
Fue a la cocina y encontró un cuchillo carnicero.
Despacio entró en la habitación matrimonial,
bajó el calzoncillo de su marido,
tomó  su miembro
y de un certero corte lo cercenó,
luego lo arrojó por la ventana
y después entró en shock.
Hizo las maletas, se fue lejos,
sin dinero, sin rumbo, sin nada.
John despertó de su borrachera y sintió
que en su cuerpo algo faltaba.
Se plantó frente al espejo
y se dio cuento que su hombría había sido arrancada.
Hay que reponerla inmediatamente-pensó-
volver las cosas a su lugar.
El pene, devenido en falo, devenido en símbolo patriarcal,
no se puede arrancar
porque es la ley natural que decidió la sociedad en su conjunto
(cuyos representantes eran sólo hombres).
Todo debe seguir como históricamente ha sido.
Apresar a la esposa y coser el miembro es lo justo.
Y así lo hicieron.
Pero la esposa ahora ex esposa finalmente salió libre.
Jhon y Lorena Bobbitt nunca vivieron felices para siempre.
¿Cuántas Lorenas Bobbitt viven actualmente entre nosotros?
Supongo que millones,
y millones de Jhon Bobitt,
que gracias a su mutilación
pudo por fin ser famoso
en la industria del porno.
Allí despliega sus artes amatorias,
 con su zurcido pene

que al parecer funciona igual que antes.

En: "Flúro defintivo"

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