viernes, 14 de agosto de 2009

Homenaje a Jaime Mendoza Collio

CONFESIONES NECESARIAS

 (Erwin Quintupill - Saltapura)

Soy culpable de haber escuchado las viejas historias junto al fogón,
de haber corrido entre los bosques de mi suelo natal
y de seguir jugando con el viento.

Soy culpable de haber bailado en el gijatun de haber regado el suelo con muzay
y de haber visto el sitio en que los ríos nacen.

Es verdad,
amo más el sonido del lenguaje de la tierra que las palabras con que hablan los demás.

Soy culpable de beber chicha de manzana hasta altas horas de la noche
de bailar corridos y rancheras en las fiestas
de mirar callado
de quedarme en silencio cuando salgo de casa.

Soy culpable de querer el canto de los viejos
de enterrar a mis muertos compartiendo la carne y el vino
de adornar con flores de papel los sepulcros
y de hablar con los que ya no están.

Es verdad,
amo el color de la tierra, su humedad y el rocío cayendo desde las hojas de los árboles.

De contar cuentos a los niños en las largas noches de invierno
y en las breves de verano, también soy culpable.
De saber del tuwvn, de conocer la historia de mi lof y de amarla;
de todo eso, también soy culpable.

Me culpo de haber ido a la ciudad, sin arrepentimiento
de haber caminado por sus calles tratando de sentir la sangre de los que allá murieron
de haber aprendido a hacer el pan y a caminar largas horas por las mañanas.
De reírme, de eso también soy culpable.
De irme y no volver…

Es verdad,
amo el recuerdo de los que no están.

Soy culpable de llamarme Juan y no como se llamó mi abuelo.
Soy culpable de tener ojos claros, la piel morena.
Soy culpable de tener hijos mestizos, de sembrar la tierra y de leer libros.
Soy culpable.

Me culpo de haber reclamado bajo la lluvia
de mirar hacia el Este cuando amanece y de bajar mis ojos hacia el suelo y volver a levantarlos
de pedirle a los dueños del agua y del bosque que no se vayan
de conversar en silencio con las montañas.

Es verdad,
soy culpable de no confiar

y creo en la comunión de las palabras
y de eso también soy culpable.
De haber arriado una bandera el 12 de octubre de 1992 en la plaza de Concepción.
De haber subido la cordillera cuando me necesitaron
De haber sobrevivido y no haber muerto cuando me quisieron muerto
De todo eso soy culpable.

Ahora que vengan los tiempos y me juzguen
que los demás se queden en su espacio y a mí
me queden en el mío, en cualquier lugar se encuentre
pero si muero que mis huesos descansen en el sur bajo un suelo sin cruz.

2 comentarios:

  1. Este poema es de tu autoria? Gracias!

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  2. Anónimo... me sería grato saber quién eres. Si no estás entre mis contactos, me gustaría poder enviarte un mail cada vez que actualizo el blog; por eso, agrega tu mail o escríbeme a erw10@hotmail.com

    Saludos

    Erwin

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