lunes, 31 de agosto de 2009

LA CONQUISTA DE LA MUERTE (Fragmento)


(Emilio Guaquin – Puqueldon – Chiloé)

3

En las ciudades
los muros son oídos arrastrando la noche
son ojos
queriendo mirarse el alma azotada
y batida y toda semejante

a un hondo cielo que calla.

En: Huenún, Jaime. “20 poetas mapuche contemporáneos”. LOM Ediciones, 2003.
Imagen: Propaganda UP
Fotografía: Erwin Quintupill. Carahue

5 POEMAS INÉDITOS DE


(Víctor Cifuentes – Quintrilpe – Vilcún)

Malümekefin tañi runániechi rag llengá
türpu pengén-ngelay kiñe lefmáwchi fachí pu lewfü ñi lüyküko norumé

Reviso un puñado de greda:
En él ni una fugada gota de estos ríos.

.......................................


Petú pewütunekafeyiñmew antü,
welu kiñe fütra llawféñ
malütukayawülpafi iñ kümé wümáwkülechi zuám

Aún nos mira el sol,
pero una sombra extensa
invade nuestro dormido sentimiento

......................................


Ayéntuyawülumekifilnge wümáwkülechi pu ché
Pepílngefule nga pewmá
Ñüküfngechi kullmüzkullmüzngegafuyiñ
Úyéchi lüngkáw püle ngatí.

No se ría de los que duermen,
Si controláramos el sueño
Como relámpago parpadeante nuestra sombra en silencio
En las lomas proyectadas las veríamos


.......................................


Fentrén relmú may nga angé ñi pu wechoz mew
tüfa ta mülen, pünónefiel ellá nüwkülechi pu püpüm,
lufwechúnkülechi pu pañíllwe.
Lulúlwenu pingéy llenga chi futrá zumíñ mapu
fey nga zóy nornentuam ta züngú
üyéchi wechum nga taiñ feyentun-ngerpuy

Múltiples arco iris en el ojal del rostro
aquí estoy, encima de improvisados cables
alambre con las puntas quemadas.
Tierra atormentada lleva por nombre el hoyo negro
Y por decir más claramente lo que se quiere
Aquel extremo tenemos por principio


.......................................


Azkíntukefilmün
Fülmákefilmün chi epékoñilechi waka
Aríñafuy

No la miren
No se acerquen a la vaca que va a parir
Puede ahumarse el cuerpo en su vientre

En: Cifuentes, Víctor. Resplandece el calor del sol. 2007 (inédito)
Imagen: Víctor
Fotografía: Erwin Quintupill. Saltapura, enero 2009

ARTE PEÓTICA


(David Aniñir – Santiago)

Quién pagará el arriendo de esa pieza porteña
donde sus ventanales antiguos dieron una vez al mar?
Quién valorará estos espacios
donde renacieron la poesía aleteando
sobre esa musa her-musa?
Nadie, señoras y señores, quitados de bulla!

Los miserables orígenes de la poesía son desconocidos
en escritorios, editoriales, bibliotecas;
los orígenes de este arte,
desarte
o desastre
son inmundos.

Siendo así
y a pesar de los desiertos
las flores silvestres seguirán creciendo en tu tierra
y en todas partes
para escribir con los nervios llenos,
succionando tinta
néctar para endulzar los versos,
besos
y voces al vacío.

El poema,
estado de sublime conciencia,
post estado de descomposición,
engaño corporal en su máxima esencia,
escritural acción torturando el silencio,
asesinato innato del espacio vacío
al abismo del poema.

El poema a la vena entra
alterando las pulsaciones x minuto x hora
x día x noche
x vida x muerte.
El poema a la vena entra por el pasaje
envenando la piel que nos cubre el alma,
licuando cual pulso apuntando con la 9 milímetros,
bajando y subiendo temperaturas temperamentos y tempestades.

Entiendo la poesía no como el ave sino como el vuelo
(a las aves no me las toquen más en virtud aérea, oh Poetas),
entiendo las cicatrices envueltas de poesía blanca y roja
escurriendo las hemorragias amarillentas y pus del pecho,
embelleciendo el temple del REO sangrando IRA,
enmudeciendo a los perros en las noches de luna llena.

Poesía sin IVA incluido
vía bono previsional
inseguros todos de su uso
desuso
o abuso.

Poesía pan nuestro de cada día,
es ahí no tener nada que echarle al pan
o nada con qué untar el alma
para alimentarnos en ella.

En: Huenún, Jaime. “20 poetas mapuche contemporáneos”. LOM Ediciones, 2003.
Imagen: Cantina
Fotografía: Erwin Quintupill. Lautaro, febrero 2008

SIN TÍTULO


(Fernando Raguileo – Saltapura)

Vengan a mí
poetas del silencio
vengan y háblenme
de sus penas y alegrías
seamos esta vez eternos amigos
y vamos a cada esquina
de nuestros sentimientos

Sentémonos frente al mar
de nuestros pueblos
y echemos veleros azules
a navegar en el cielo

Vengan a mí
pájaros poetas
vengan y aniden sus locuras
en las montañas de mi nostalgia
volemos juntos esta vez
más alto y más bajo
más lejos y más cerca
volemos hasta el fin de las palabras
hasta el fin de cada libro.

En: Raguileo, Fernando. Fragmentos del Sur. (Inédito).
Imagen: Mehuin
Fotografía: Erwin Quintupill. Mehuin, febrero 2008

SIN TÍTULO


(Fernando Raguileo – Saltapura)

En el arrebol de tus palabras
voy cayendo
al horizonte
de tus labios
y en el cielo de tus
ojos
soy un cometa fugitivo.

En: Raguileo, Fernando. Fragmentos del Sur. (Inédito).
Imagen: Hojarasca de majin
Fotografía: Erwin Quintupill. Saltapura, febrero 2008

MARI AILLA


(Pedro Alonso Retamal)

¿Quién te dijo a ti
que te hicieras carabinero,
Juan Antillanca?

Tú que naciste a la orilla del mar
y que jugaste en las playas sin dueño,
que naciste sabiendo
que la vida no necesita ley
porque allí nunca ocurre nada;
a más de una ola y otra ola,
un transitar de espuma,
dos fantasmas de viento
y una gaviota borracha de cielos…

¿Y qué más pasa, Juan Antillanca?

Cuando llegaste de uniforme verde
y te pusiste rígido,
¡parecías un atado de “colloi”!
¡cómo te gozaban los chiquillos,
casi te empelotaron la primera vez!

Tus ojos que eran mansos y risueños,
tuviste que endurecerlos;
y aquel gesto tuyo que era como un amanecer,
lo transformaste en grito duro,
en amenaza negra,
en noche desconfiada…

¿Te acuerdas cómo se las arreglaban
para tener algo de comer
cuando tú eras niño?
¿Y ahora, Juan, tú andas buscando
a los que roban ovejas
porque tienen hambre
y no tiene trabajo?

¿Cómo murió tu padre, recuerdas?
¿En qué cuartel amaneció muerto?

A ti te han escogido para esto
porque hablas “mapu dugun”
y porque conoces
todos los escondites de la costa.

Te vimos esa tarde cuando llegaste al Mauleo:
tú ibas más asustado que él,
pasaste avergonzado frente a nosotros.

Ese día, Juan, nos dio una pena grande.

Alguien dijo:
- Antillanca se hizo carabinero
para ganarse el pan pescando presos a sus hermanos.

¿Qué gusto tiene ese pan Antillanca?

mari ailla …………………………. diecinueve
colloi ……………………………... cochayuyo


En: Radrigán, Juan. Nepengi peñi, nepege. Mapu Ñuke Ediciones, 1987.


Imagen: Oleaje
Fotografía: Erwin Quintupill. Travesía Valdivia-Corral, febrero 2008

QUILA


(Pedro Alonso Retamal)

Tú me vas a enseñar
“mapu-dugun”
Ignacio Huechapan.

Yo quiero saber, de nuevo
lo que dices cuando estás borracho;
lo que dices, riendo;
lo que lloras diciendo…

Nos conocimos “pichichegüeiyu”
y, desde entonces,
siempre “huenuy”,
siempre, “kimey huenuy”.

Jugábamos en las pitras
a corretear el viento
y a las escondidas con la lluvia.

Tú me enseñaste a jugar la chueca
y a “pifilcatun”.

Desde siempre nos llamábamos “peñi”,
y, cada vez que el tiempo nos juntaba:
-“fta cuifi, peñi Ignacio, chumuleimei…?”

Pero yo me fui lejos
y tú te quedaste debajo de la lluvia
mientras tu ruca fumaba
interminablemente su “pitren”.

Pero voy a volver de nuevo,
y, entonces,
debajo de las mismas pitras
vamos a conversar,
y tú,
palabra a palabra
me vas a recordar el “mapu-dugun”
que los años han llenado de olvido.

quila……………………………….. tres
mapu-dugun ……………………… idioma de la tierra
pichichegüeiyu” ………………….. desde niños, pequeños
huenuy …………………………… amigo, camarada
pifilcatun ………………………… tocar pifilca, pito
fta cuifi peñi ……………………… saludo al hermano
chumuleymi ……………………… cómo estás tú
pitren …………………………….. cigarro

En: Radrigán, Juan. Nepengi peñi, nepege. Mapu Ñuke Ediciones, 1987.
Imagen: Corderos nuevos
Fotografía: Erwin Quintupill. Saltapura, julio 2009

VIAJE EN SUEÑOS


(Carmen Curiche – Ragintulewfu – Nueva Imperial)

Y en tu fuerte y seguro galopar
abriste la puerta de mis sueños.
kaballo bañado en tristes lágrimas de plata
te veo correr por los suaves caminos de los sueños,
donde con calma buscas
la ruka de esa persona escogida por los dioses;
los viejos y los jóvenes de la tierra azulada.

Galopas danzante y te acercas cada vez más
para llevarme a esa tierra desconocida para mí,
para unirme junto a tu andar me llevas hasta las estrellas.
Me acercas a la luna y me haces abrazarla,
me dejas tímidamente por un momento contemplarla
y ella con su mirada brillante y coqueta
abre los brazos para contarme que en esta tierra
habitan mis antepasados,
habitan los dioses que desde siempre nos han protegido,
que desde esta tierra han luchado junto a nosotros.

Se acerca el caballo de plata
y me lleva hacia mi hogar,
mientras siento la fragancia del canelo que cobija nuestro camino.

En: Colectivo We Newen. Voz de mujer, poe4sía de mujeres mapuches para todos. 2008.

Imagen: Mujer (escultura de Lino Raguileo)

Fotografía: Erwin Quintupill. Saltapura, abril 2009

DANZARINA ETERNA


(Ayliñ Ñancucheo – Neuquén)

Danza sobre el viento lentamente,
con suaves movimientos.
Remolinea su silueta a contraluz,
penetrando las manos de aire;
buscando el espacio correcto
con un vaivén hipnotizante
que estremece la tierra.
Su caminar es eterno.
Su brillo deslumbra en cada vuelta,
su energía crece
y su efímera vida
se alza,
revolotea…
danzarina eterna,
por un día…

En: Colectivo We Newen. Voz de mujer, poesía de mujeres mapuches para todos. 2008.
Imagen: Pifvjkatufe (escultura de Lino Raguileo)
Fotografía: Erwin Quintupill. Saltapura, abril 2009

jueves, 27 de agosto de 2009

CANTO PARA ESPERAR LA LLEGADA DE LOS PECES


(Juan Paulo Huirimilla Oyarzo – Calbuco)

Cuando lleguen otra vez los peces
a la orilla de la playa
tejeremos el tiempo
de los abuelos de este mundo.

ÜLKANTUN TA ÜNGÜMAFIEL TI CHALLWA
(Versión en Mapuzugun de Víctor Cifuentes Palacios)

Ka wüño akutule pu challwa
ina lafken
püramtuymatuafiyiñ ñi düngu
tüfachi mapa pu füchake che yem.

En: Huirimilla, Paulo. Cantos para niños de Chile. Ulmapu Ediciones, 2005.
Imagen: Playa y restos
Fotografía: Erwin Quintupill. Chayhuin (Provincia de Corral), febrero 2009

PARA QUE NADIE ME MIRE


(Jacqueline Canihuan – Puerto Saavedra)

Al estero de aguas brillantes corría yo
cuando su voz me alcanzaba.
Él viene silbando por el bosque
él viene a sonreír junto a mí.
Qué contenta era mi vida,
qué contenta era mi vida.

Una noche (de esas sin estrellas)
él viajó a un lugar nuevo
y mi cántaro encontró su lugar
en el fondo del estero.

Ya no quiero adornar mi cabello
ya no quiero cantar cuando el sol
aparezca en la mañana.
Iré a la montaña a esconderme,
para que nadie me mire,
para que nadie me mire.

En: Huenún, Jaime. “20 poetas mapuche contemporáneos”. LOM Ediciones, 2003.
Imagen: Agua
Fotografía: Erwin Quintupill. Chayhuin (provincia de Corral), febrero 2009

viernes, 14 de agosto de 2009

Manuel Melín



(Erwin Quintupill - Saltapura)

Cuando mataron a Manuel
algo se rompió
de nuevo en mi interior.

(¿Sería pequeño y moreno
o tal vez tuvo ojos claros?)

Todo es verde
las hojas y los tallos.
Delgados chorillos
reflejan el cielo
y me llenan los ojos
desbocándose.

Manuel, joven como yo
y de igual vocación
en mi sangre
encabritado
moría y nacía diez veces
en cada golpe que le dieron.


Este poema forma parte de “Exiliado en Chile”, mi primer poemario (1986). Manuel fue un joven nacido – al parecer – en un lof cercano al mío. En ese entonces, era estudiante de pedagogía y fue una de las víctimas de la dictadura. Nunca me enteré de las circunstancias específicas de su muerte, (en ese tiempo vivía lejos del sur); pero la noticia - difundida por las radios - nos golpeó duramente a los militábamos en las organizaciones mapuche de la época.

Tiempo después, estando en Temuco, supe que lo habían estado siguiendo. Para la opinión de entonces, se trataba de un opositor de izquierda: para nosotros, se trataba de uno de los nuestros, porque la presencia política de nosotros se había originado principalmente para rechazar el decreto 2568 de finales de los 70. Por cierto, todo quedó en la más absoluta impunidad.

Presento este pequeño grupo de poemas como homenaje a los demás hombres y mujeres mapuche que han muerto como consecuencia de la incansable lucha que venimos llevando desde siglos.

Las noticias de hoy jueves 13 de agosto dicen que el peñi Jaime Mendoza Collio fue muerto por un disparo que ingresó por su espalda.
Imagen: Copihue en Saltapura
Fotografía: Erwin Quintupill

Pedro[1]



(Erwin Quintupill - Saltapura)

Ayer murió un mapuche como yo.
Lo mató la policía.
Cuando lo fueron a dejar
hubo llanto y rabia contenida
y un lamento profundo
surgía de la tierra.

El cuerpo de Peyuco
fue enterrado por la tarde
y el tiempo estaba malo.
Además de en los 21
que fueron detenidos
en todos
en todas partes
mi hermano iba naciendo.

[1] Pedro, joven mapuche urbano, muerto en una de las jornadas de protesta a principio de los 80.
Imagen: Funeral de Jaime Mendoza Collio
Fotografía: Erwin Quintupill

Sin título

(Erwin Quintupill - Saltapura)

El muchacho progresista leyendo el diario comentó:
¿Por qué no pondrán gentes?
¡Ponen puros indios!

Las mujeres en la foto
viejas mujeres con rostro de tierra
emitían el sufragio en Imperial.

¡Se olvidó!
¡En la letra de su discurso estuvimos tantas veces...!
Y olvidó.
En la numerosa multitud cotidiana de Temuco
no nos vieron.

Por la puerta abierta del bar
entró el frío de la mañana
y sonreí...
calladamente
sin hallar qué responder
al muchacho progresista que leyendo el diario comentó.


Este poema forma parte de “El ancho espacio que mis ojos ven” y se basa en un hecho ocurrido en un restaurante, durante la mañana siguiente al plebiscito del 88. Lo narrado corresponde a expresiones de un joven agitador de la Concertación por la Democracia. Poco antes le había conocido y supe de su entusiasmo porque la opción NO se impusiera. No está de más decir que en años anteriores no había tenido participación alguna en la lucha antidictatorial. Lo he vuelto ver, un poco más maduro, caminando por las calles de Temuco. Es del grupo que se tragaron nuestras esperanzas.

dulce patria recibe los votos


(Erwin Quintupill - Saltapura)

Indio antipatriota, me dijeron, no valoras los emblemas patrios. ¿De qué sirve educarlos si van a continuar pegados a sus espíritus del pasado? ¡Vuélvanse a casa, desgraciados!, faltó que me dijeran.

Era el día de las inauguraciones en mi patria usurpada.

Del poemario “Las Distancias” (en preparación).
Imagen: Funeral de jaime Mendoza Collio
Fotografía: Erwin Quintupill

Sin título


(Erwin Quintupill - Saltapura)

Hay chilenos que dicen
que si soy indígena
por qué entonces uso jeans.

A mí me dan ganas de decirle
que ni él ni yo somos made in usa.

Miro la cuenca de sus ojos
y me quedo en silencio
por ahora.


Este poema fue escrito a principios de los 90 y forma parte de mi segundo poemario “El ancho espacio que mis ojos ven”.
Imagen: Funeral de Jaime Mendoza Collio
Fotografía: Erwin Quintupill

Sin título

(Erwin Quintupill - Saltapura)

Les falta una mirada, un ojo, aquel que puede ver lo distinto.
Con el único ojo que les queda sólo pueden ver su propio rostro
nunca el de los demás
así van, pequeño hijo, las gentes que no conocen en la planta de sus pies
la calidez de la tierra.

Así van, como si lo existente antes que la humanidad inventara su propia mirada hubiera dejado de existir o nunca hubiera existido, como si antes de él nada hubiera respirado.

Sin título[1]

(Erwin Quintupill - Saltapura)

Las gotas antiguas
las gotas de sangre
renacen intensas
en medio del verde
que nunca es el mismo
y entre mis venas
retorna a la tierra
volviendo a nacer.

[1] No recuerdo el año en que lo escribí; pero, fue antes de venirme al sur por primera vez; es decir, antes de diciembre de 1986. Junto a este hay otro poema breve que habla también de copihues que suben y se enredan. Tal vez ya no exista. Los escribí, el mismo día, en el dormitorio de la casa que habitaba, en el sector de Hualpencillo.

Este poema se lo entregué a Pedro Neculqueo, compañero mío en el Grupo de teatro mapuche desde fines de 1987 hasta fines de 1988. Sé que lo publicó en un boletín o revista de muy corto tiraje.

Conservo el manuscrito en un cuaderno pequeño.

Homenaje a Jaime Mendoza Collio

CONFESIONES NECESARIAS

 (Erwin Quintupill - Saltapura)

Soy culpable de haber escuchado las viejas historias junto al fogón,
de haber corrido entre los bosques de mi suelo natal
y de seguir jugando con el viento.

Soy culpable de haber bailado en el gijatun de haber regado el suelo con muzay
y de haber visto el sitio en que los ríos nacen.

Es verdad,
amo más el sonido del lenguaje de la tierra que las palabras con que hablan los demás.

Soy culpable de beber chicha de manzana hasta altas horas de la noche
de bailar corridos y rancheras en las fiestas
de mirar callado
de quedarme en silencio cuando salgo de casa.

Soy culpable de querer el canto de los viejos
de enterrar a mis muertos compartiendo la carne y el vino
de adornar con flores de papel los sepulcros
y de hablar con los que ya no están.

Es verdad,
amo el color de la tierra, su humedad y el rocío cayendo desde las hojas de los árboles.

De contar cuentos a los niños en las largas noches de invierno
y en las breves de verano, también soy culpable.
De saber del tuwvn, de conocer la historia de mi lof y de amarla;
de todo eso, también soy culpable.

Me culpo de haber ido a la ciudad, sin arrepentimiento
de haber caminado por sus calles tratando de sentir la sangre de los que allá murieron
de haber aprendido a hacer el pan y a caminar largas horas por las mañanas.
De reírme, de eso también soy culpable.
De irme y no volver…

Es verdad,
amo el recuerdo de los que no están.

Soy culpable de llamarme Juan y no como se llamó mi abuelo.
Soy culpable de tener ojos claros, la piel morena.
Soy culpable de tener hijos mestizos, de sembrar la tierra y de leer libros.
Soy culpable.

Me culpo de haber reclamado bajo la lluvia
de mirar hacia el Este cuando amanece y de bajar mis ojos hacia el suelo y volver a levantarlos
de pedirle a los dueños del agua y del bosque que no se vayan
de conversar en silencio con las montañas.

Es verdad,
soy culpable de no confiar

y creo en la comunión de las palabras
y de eso también soy culpable.
De haber arriado una bandera el 12 de octubre de 1992 en la plaza de Concepción.
De haber subido la cordillera cuando me necesitaron
De haber sobrevivido y no haber muerto cuando me quisieron muerto
De todo eso soy culpable.

Ahora que vengan los tiempos y me juzguen
que los demás se queden en su espacio y a mí
me queden en el mío, en cualquier lugar se encuentre
pero si muero que mis huesos descansen en el sur bajo un suelo sin cruz.